Muerte intrauterina: un tema tabĂș sobre el que es necesario romper el silencio

BOLETÍN N°92

 

El dolor por la muerte de un bebé es tan inmenso que, paradójicamente, deriva en la minimización del tema. El rol de los profesionales de la salud y la preparación específica como base para la acción.

Enfrentemos una verdad incómoda: la mayoría de los médicos obstetras no estamos preparados para afrontar los aspectos psico-afectivos relacionados con una muerte fetal. La sólida formación que recibimos a lo largo de largos años en las mejores universidadesy doctorados no nos preparanilustracion muertes intrauterinas para desempeñarnos con solvencia ante la inmensa tragedia familiar que implica la interrupción de un embarazo.Reaccionamos como podemos. Y la muerte intrauterina no es un hecho aislado. En la edición especial que The Lancet (1) dedicó en enero último a esta temática, se señala quelas muertes intrauterinas (embarazos de más de 22 semanas) son 2.6 millones en el mundo. En Argentina se registran 5017 casos por año, es decir que madres y padres de 14 niños por nacer sufren por día la pérdida de un hijo en gestación. 

Si esa es la realidad, ¿por qué no se habla de este tema? Porque constituye un tabú social. El dolor por la muerte de un bebé es tan inmenso que, aunque suene paradójico, deriva en la minimización del dolor. A las madres se les dice que son jóvenes y que van a poder tener otro hijo, como si eso mitigara su padecimiento. Además, erróneamente se considera que el tiempo de duelo debe ser corto porque los bebés no llegaron a nacer y, entonces, se supone que no tuvieron un vínculo emocional con ellos. La Alianza Internacional para la Muerte Fetal (International Stillbirth Alliance), que participó en la edición de la esta edición del Lancet, señala que la minimización del dolor causado por esas muertes empuja a los padres a hacer un duelo silencioso y en soledad que puede tener como consecuencia “invisible” una depresión materna que suele durar años.

¿Qué podemos hacer los profesionales de la salud? Por un lado, involucrarnos en esta problemática, interiorizarnos.Debemos dimensionar el dolor que cada una de esas muertes produce y prestar especial cuidado a las embarazadas con factores de riesgo, como son las infecciones durante el embarazo, la diabetes, la obesidad, la hipertensión y los embarazos adolescentes y de madres añosas.

Hay otros dos aspectos específicos en los que podemos trabajar los profesionales de la salud. Uno es el fortalecimiento al acceso y la calidad de los servicios de atención. El otro estratar que se realicen autopsias de los bebés fallecidos, lo cual permitiría estudiar las causas de muerte (de lo que sabemos poco) y que en el futuro podamos intervenir precozmente en casos que impliquen un riesgo.

Argentina es una de las 20 naciones del mundo en las que más se ha mejorado la mortalidad intrauterina en los últimos 15 años. Nuestro país registra cifras similares a las de Francia, Rusia e Israel en la disminución de las muertes fetales, lo cual es sumamente positivo. No obstante, es un reto mejorar aún más estas cifras y la relación y el apoyo a las familias afectadas.

Por último, un tema fundamental: podemos acompañar el duelo de los padres y recurrir a profesionales con experiencia en duelo perinatal. Porque además de recibir una preparación específica, es importante favorecer la interacción de las familias con psicólogos y psiquiatras especializados, para así minimizar al máximo las consecuencias psicológicas y afectivas de las familias afectadas.

También podemos apoyar aquellas iniciativas que ayuden a instalar este tema en la agenda pública. Tuve la fortuna de conocer a la ONG Era en Abril, creada por una mamá que perdió a su hija. Esa entidad, abocada hace 9 años a brindar apoyo a padres de bebés fallecidos, está actualmente luchando para que en Argentina se convierta en ley un proyecto que busca crear un registro público para que las parejas que pierden a un hijo antes de nacer puedan nombrarlo. Tener un DNI constituye un paso no menor para derribar el tabú.

La adecuada capacitación profesional, el desarrollo de empatía por aquellos que atraviesan por esta tragedia y el compromiso por ayudara sobrellevar lo mejor posible el dolor no son objetivos inalcanzables si nos proponemos poner el foco en este tema.

Por Dr. José Belizán, médico obstetra, investigador senior del Departamento de Investigación en Salud de la Madre y el Niño del IECS, investigador superior del CONICET. Co-autor de Ending Preventable Stillbirths, The Lancet´s Series.

 

(1) El trabajo publicado en enero de 2016 en TheLancetfue realizado por un grupo de estudio formado por profesionales del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA); SavetheChildren; el Instituto Noruego de Salud Pública; el Instituto de Investigación Mater; la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y las universidades de Queensland (Australia) y Manchester (Reino Unido). A dicho equipo se sumó un grupo asesor formado por más de 30 instituciones de distintos países, entre las que se encuentran dos organizaciones argentinas: el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) y la Fundación Era en Abril, abocada a brindar apoyo a padres de bebés fallecidos.