Bebidas azucaradas: cuantificar el daño para avanzar en políticas públicas

BOLETÍN N° 120

La evidencia sólida puede ser en factor decisivo para impulsar medidas de salud pública. Una investigación sobre el impacto sanitario de las bebidas azucaradas que podría jugar ese rol.

Hay una parte visible: las latas, botellas, cajitas y sobres de gaseosas, jugos, aguas saborizadas y otras bebidas azucaradas, omnipresentes en góndolas de supermercados y en publicidades. Y que, en algunas categorías de productos, registran en Argentina algunas de las cifras de consumo per cápita más altas de la región.   

Debajo está lo oculto: lo que sucede en la salud de la población por el consumo de esas bebidas, un efecto sobre el que se abrigaban sospechas, pero que nunca había sido cuantificado, más allá de algunas estimaciones globales. Y que, por lo tanto, se valoraba como algo abstracto, teórico o “posible”, sin datos sólidos necesarios para avanzar en políticas orientadas a reducir su consumo y monitorear la eficacia de su implementación. 

En un nuevo estudio financiado por International Development Research Centre (IDRC) de Canadá, y que forma parte de un proyecto para dimensionar la carga de enfermedad atribuibles a bebidas azucaradas en cuatro países de Latinoamérica y el Caribe, desde el IECS pudimos ponerle números concretos a la situación en Argentina. Comprobamos que estas bebidas no solo contribuyen con la epidemia de sobrepeso y obesidad, sino que también son responsables, a lo largo de un año, de más de 800.000 casos de diabetes, enfermedad cardíaca, problemas osteomusculares, accidentes cerebrovasculares, asma, cáncer y otras patologías. Casi el 3% del gasto total en salud se destina a tratar las enfermedades derivadas de consumir estas bebidas.  

Los resultados del estudio, disponibles aquí, constituyen un llamado de atención para los países y refuerzan la necesidad de implementar mecanismos que disuadan del consumo de estas bebidas, incluyendo una mayor carga impositiva, el etiquetado nutricional frontal, la modificación del entorno escolar y la prohibición de la publicidad.  

También es un ejemplo que reafirma la importancia de obtener evidencia confiable que pueda servir como insumo para debates públicos y la toma de decisiones informadas, lo que se alinea con los objetivos y aspiraciones del IECS desde su origen. En ese sentido, no es casual que los datos de este estudio fueron presentados en un webinar (en noviembre de este año) mientras distintas comisiones de la Cámara de Diputados discutían una ley de etiquetado frontal de alimentos y bebidas

Hace algunos años, la evidencia que arrojó un trabajo del IECS sobre tabaquismo se transformó en un respaldo para que varios países de Latinoamérica pudieran avanzar en acciones concretas para reducir el consumo de tabaco en la población. Y años antes, nuestras investigaciones también habían sido parte del respaldo utilizado por el Gobierno argentino para la eliminación de las grasas trans de los alimentos, hecho que derivó en la implementación de una política sanitaria que claramente apuntó a mejorar la salud de la población. Tenemos la esperanza que este trabajo sobre bebidas azucaradas constituya otro modesto aporte del IECS para que contemos con más y mejores políticas públicas basadas en evidencia científica.

Por Dra. Andrea Alcaraz, coordinadora de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Dr. Andrés Pichon-Riviere, director ejecutivo del IECS. Ambos son investigadores principales de un estudio sobre bebidas azucaradas en 4 países de Latinoamérica.