Tecnologías diagnósticas: una herramienta para transparentar su evaluación

BOLETÍN N° 115

Los tests diagnósticos son más difíciles de valorar que los medicamentos cuando se contempla su inclusión en un paquete de prestaciones. Un proyecto de marcos de valor liderado por el IECS y con participación de actores de toda la región asistiría en la toma de decisión respecto a estas tecnologías.

 A la hora de evaluar tecnologías sanitarias y asignarles valor de modo objetivo, los tests diagnósticos tienen características particulares que implican, de alguna manera, mayores desafíos y complejidades que los medicamentos. A diferencia de los analgésicos o las estatinas, por ejemplo, en los que se requieren estudios aleatorizados controlados para su aprobación y comercialización, los beneficios de una técnica para medir glucemia, detectar el VIH o rastrear determinado biomarcador tienen que ser muchas veces inferidos, dado que no suelen estar respaldados de manera directa por estudios clínicos.

Esto coloca a las tecnologías diagnósticas en cierta desventaja ante los decisores cuando se intenta ponderarlos con la misma vara de los fármacos a la hora de tener que decidir incluirlos en un paquete o canasta de beneficios. A modo de ejemplo, es innecesario requerir datos de seguridad de un método no invasivo que analiza, por caso, una muestra de orina. Por otra parte, una prueba se puede utilizar en distintas fases del camino del cuidado del paciente, como el tamizaje o rastreo poblacional, la confirmación de sospecha de alguna enfermedad, o el monitoreo de tratamientos, lo cual complejiza aún más su evaluación.

Para abordar ese problema, en 2019 hemos liderado un proyecto destinado a desarrollar un marco de valor o conjunto de atributos o dimensiones que deberían tomarse en cuenta cuando se valora una tecnología diagnóstica. La idea es que la herramienta tenga un anclaje práctico a la realidad de América Latina y que permita legitimar y transparentar la toma de decisiones cuando se contemple la inclusión de alguna de estas tecnologías en un paquete de prestaciones.

Con ese objetivo, en una primera etapa realizamos una revisión de la literatura para relevar aquellos países u organizaciones que utilizaran marcos de valor específicos o hubieran adaptado algunos para tecnologías diagnósticas. Los analizamos y luego seleccionamos 9 dimensiones para su valoración. Después de una encuesta online con 32 actores relevantes de la región, esas dimensiones fueron categorizadas según su importancia; también se incorporaron cuatro más, sugeridas por los actores consultados.  

En la siguiente fase, el marco de valor tomó forma. Se organizó una jornada deliberativa presencial que convocó en Buenos Aires a 30 productores y usuarios de esos tests diagnósticos (médicos y pacientes), financiadores, tomadores de decisión de sistemas públicos y privados y representantes de agencias de evaluación de tecnologías sanitarias, procedentes de una decena de países de América Latina. Se debatió sobre esos criterios, se validó su categorización según su nivel de importancia y se establecieron 21 subcriterios para depurar el análisis. También se discutieron las barreras y facilitadores que permitirían la adopción de esta herramienta en la región.

El evento contó con la presencia del Prof. Dr. Michael Drummond, reconocido profesor de Economía de la Salud de la Universidad de York, del Reino Unido.

La primera versión del marco de valor fue presentada en el último congreso latinoamericano de la Sociedad Internacional de Farmacoeconomía (ISPOR Latinamerica 2019) en Bogotá, Colombia. Una versión posterior, para ser diseminada, será presentada en español, portugués e inglés y también publicada en una revista científica. La experiencia es muy satisfactoria. En una región con sistemas de salud fragmentados y procesos no explícitos para la evaluación de las tecnologías o la asignación de recursos en salud, interpretamos que este marco de valor puede asistir en la ponderación equilibrada, efectiva y transparente de productos, métodos y recursos tradicionalmente difíciles de valorar.

El proyecto fue liderado por Federico Augustovski, director del Departamento de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del IECS, en conjunto con un equipo de investigadores de la institución: la autora de este editorial, Andrés Pichon-Riviere, Sebastián García Martí y Andrea Alcaraz.  También participó un grupo coordinador compuesto por los Dres. Analía López (entonces Secretaría de Salud de la Nación), Adriana Robayo (Instituto de Evaluación de Tecnológica en Salud de Colombia), Vania Canuto Santos (Comissão Nacional de Incorporação de Tecnologias no SUS–CONITEC, de Brasil) y Carlos Gouveia (Alianza Latinoamericana para el Desarrollo del Diagnóstico In Vitro-ALADDIV, de Brasil). Esta etapa del proyecto fue financiada por Roche Diagnostics a través de un subsidio irrestricto e independiente. 

Por Dra. Verónica Alfie, médica, candidata a magister en Efectividad Clínica e investigadora del Departamento de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del IECS.