El dulce encanto de la deliberación  

SEPTIEMBRE – OCTUBRE 2022
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Habilitar las distintas voces durante la producción de los informes de ETESA rompe el sesgo del investigador, mejora la calidad de las recomendaciones y facilita el proceso de toma de decisión.

La Evaluación de Tecnologías Sanitarias o ETESA es un proceso multidisciplinario que utiliza metodologías explícitas para determinar el valor de una tecnología sanitaria, lo que guía y fundamenta la toma de decisiones para que sistemas y organizaciones de salud asignen los recursos de manera eficiente. Por ejemplo, si es apropiada la cobertura de determinado nuevo medicamento o dispositivo diagnóstico en grupos de pacientes definidos. 

Tradicionalmente, para la elaboración de informes de ETESA, equipos de expertos (incluyendo profesionales de la salud, epidemiólogos, bibliotecarios y economistas) se han ocupado de revisar, analizar y sintetizar la evidencia que ayude a responder de manera objetiva las distintas preguntas o consultas, tal como hemos hecho en el IECS desde hace 18 años. Sin embargo, en los últimos años creció la convicción de que, dado que la incorporación de tecnologías sanitarias afecta a diferentes actores del sistema de salud, es importante también instrumentar mecanismos que garanticen su participación efectiva en todas las fases del proceso de elaboración, desde el diseño de su estructura y gobernanza hasta las recomendaciones finales.  

Es lo que bautizamos informalmente como “consulta pública”, pero que en rigor se define mejor como un proceso deliberativo que involucra a distintos actores relevantes: sociedades científicas, asociaciones de pacientes, productores de tecnologías, médicos y pacientes, financiadores de la salud y la población general. Alentar su participación y habilitar el espacio para escuchar las distintas voces durante la producción de los informes de ETESA es fundamental para mejorar la calidad de las recomendaciones y facilitar el proceso de toma de decisión, porque permite incorporar en el documento dimensiones que van más allá del análisis frío de la literatura publicada, incluyendo prioridades, deseos, categorías o valores de los diferentes actores. Indagar en lo que resulta importante para ellos desde el inicio, en lugar de simplemente pedirles una opinión al final, permite romper el sesgo del investigador y reorienta muchas veces las preguntas que deberían tratar de ser respondidas en el informe.

Así, por ejemplo, cuando se analiza un nuevo fármaco para el cáncer de ovario, quizás el equipo técnico se concentraría sobre todo en el efecto sobre la mortalidad, la calidad de vida y las tasas de recaídas. Pero, para las pacientes, puede ser tanto o más importante saber si la infusión del tratamiento en el hospital les restará tiempo para estar en la casa o en el trabajo; para los médicos, si el medicamento es efectivo en determinado subgrupo que actualmente tiene pocas opciones de tratamientos; y para los productores, si el análisis de los costos tomará en cuenta los ahorros indirectos por menos gastos de internación o el impacto positivo sobre la productividad laboral. 

El proceso deliberativo es un desafío y una necesidad para los propios sistemas de salud, un camino que apenas empezamos a recorrer. En la actualidad, la mitad de nuestros informes de ETESA incluyen la participación de algunos de estos actores, y nos gustaría que fueran más. Por ejemplo, la falta de mecanismos formales para involucrar actores en muchos países puede llevar a que la perspectiva de grupos de interés con mayor poder de influencia excluya otras voces, como puede ser la de los pacientes. En última instancia, las decisiones se van a tomar igual. Participar del proceso no solo habilita la posibilidad de incidir en recomendaciones concretas, sino que también permite entender y aceptar mejor las decisiones de priorización y las bases que las sustentan.

Ver aquí videos sobre el proceso deliberativo. 

Por la Dra. Andrea Alcaraz, Coordinadora de Evaluación de Tecnologías Sanitarias.